martes, 2 de septiembre de 2008

Revista Nómada: Charlie Parker





Charlie Parker
Tócala de nuevo, Bird


No hay en el mapa del jazz moderno un quiebre más profundo que aquel generado por las melodías de Charlie Parker. El rey del Be-bop supo intercalar destellos mágicos de talento sobre el escenario, mientras las sombras de la droga y el alcohol lo esperaban debajo. Las ilustraciones que acompañan estas páginas pertenecen al libro El pájaro murió de risa de Hermenegildo Sábat; un recorrido apasionado por la historia del hombre que inventó su propio estilo, haciendo equilibrio entre la improvisación y la creatividad. En contrapunto con las imágenes, publicamos fragmentos de una semblanza del escritor Carlos María Domínguez.

Charlie formó sus ideas en las innumerables jam-session que comenzaban a las 5 de la madrugada y concluían a mediodía, escuchando a las mejores orquestas negras de la era del swing, la de Bennie Moten, Count Basie, Thanon Hayes, la del Cotton Club de Jap Allen y la del profesor Smith. Charlie creció en una concepción épica de la música, en la que cada sesión de jazz era un combate cuerpo a cuerpo, no de virtuosismo sino de ideas musicales, y donde valía más el silencio que una ejecución diletante. La sociedad americana había trasladado a la comunidad negra su exigencia primordial: Serás el mejor o no serás nada. Charlie la convirtió en religión personal y ninguna demanda de la realidad, por sentimental o urgente que fuera, iba a impedir que lo lograra”.

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“Las primeras tentativas de Charlie por treparse al escenario durante una jam-session fueron catastróficas y humillantes. En verdad, el fracaso se debió a su obsesión por doblar los tiempos y al todavía frágil dominio de su instrumento. Pero la dificultad adelantaba su virtud porque hasta entonces ningún músico sospechaba que la velocidad se convertiría en un valor económico, social y estético, ni qué necesidad habría de tocar el saxo como una endemoniada trompeta.
A sus ensayos de velocidad en un instrumento complejo, Charlie sumó otro afortunado error. Se había hecho la idea de que toda la música se tocaba en una única tonalidad. Cuando Lawrence Keyes le dijo que había una docena de tonalidades mayores, una por cada nota del piano, medio tono aparte, ‘como los peldaños de una escalera’, Charlie se encerró a aprenderlas todas, ignorando que el jazz armonizaba sólo en tres o cuatro, las más adecuadas a los instrumentos de viento, y que Count Basie había tocado la mayoría de su repertorio en Si menor. Guiado por su obstinación solitaria se aprendió todas las escalas y descubrió pasajes inexplorados que llevaban de una escala a otra, lo que más tarde habría de revolucionar las tradicionales tonalidades del jazz”.

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“En 1938 empeñó su saxo, se separó definitivamente de Rebecca y se marchó a Chicago. El vocalista Billy Eukstine, que por entonces cantaba en la orquesta de Earl Hines, lo vio debutar en el Club 65 del barrio sur: ‘Aparece un chico que tiene todo el aspecto de salir de un tren de carga, el tipo más andrajoso que hayas podido echarte a la cara… Y le pregunta a Goon: Oye amigo, puedo subir y tocar su saxo? Entonces Goon, que era un perezoso… y con tal de poder irse al bar y charlar con las chicas ya estaba contento… le dijo: Sí hombre, adelante... Así que el tipo subió y ¡no puede ni imaginar cómo hizo soñar aquel cachorro! Bird fue… tocó… como no pueden hacerse una idea, como no habrán oído tocar a nadie’”.

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“Charlie Parker fue el Rey del Be-bop, no porque lo iniciara sino porque su vida conforma una unidad con su música y con la situación de los guetos frente a los cambios en la sociedad americana tan enteramente arquetípica, que nadie que sienta la auténtica desesperación de vivir en un mundo tan sobradamente civilizado dejará de reconocerse en la cifra abierta por Bird. En el terreno estrictamente musical, si ‘Louis Armstrong cambió a todos los músicos que tocaban instrumentos de bronce, después de Bird todos los instrumentos tuvieron que cambiar’ señala Cootie Williams. Casi toda innovación posterior a Parker se basó en algo suyo, desde los pesajes free que conducen a John Coltrane hasta el sistema musical de los trompetistas Clifford Brown y Miles Davis. Bird emancipó el tiempo y el sonido para todos los que le siguieron, trastocando el rumbo el jazz. Un destino que todavía sigue provocando encendidas polémicas, según se califique de evolución o ruptura”.

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“Cuando llegó a Nueva York, los músicos que lo conocían lo llamaban Yardbird o Bird. Las distintas acepciones de su nombre, desde ‘pata de pollo’, pasando por ‘ave de corral’ para señalar la impresión de torpeza de su enorme y desaliñado porte, hasta el simple Bird (pájaro) por la altura que alcanzaban sus notas y la elevación celestial de su música, traza el recorrido mítico de una vida que sólo fue fiel a su desesperación y al jazz”.

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“El incumplimiento de los compromisos durante las giras, la permanente inseguridad de que Charlie pudiera mantenerse siquiera en pie para tocar, por efecto de las drogas, su presión emotiva que a menudo lo volvía intratable, llenaron de tensiones la relación. Charlie y Dizzie (Gillespie) se separaron luego de una gira por California… Cuando se recuperó, Charlie reemplazó a Dizzie por un trompetista ‘que no sería un virtuoso capaz de hacer fuegos de artificio sino un tipo diferente de músico, alguien que tocara con un estilo relajado de legato, con un timbre cálido, en los registros medios y bajos’. Ese hombre era Miles Davis”.

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“La heroína llevaba implícita una cuota de poder. A diferencia de otros adictos, la heroína colocaba a Charlie en línea directa con la música de su saxo. Su corpulencia le permitía un alto nivel de recuperación sin que la droga afectara su apetito voraz ni su abrumadora actividad sexual.
Las marcas de las agujas en los brazos lo eximieron de ir a pelear a la guerra pero lo condenaron a despertar en hoteles baratos, garajes abandonados y callejones de toda clase. La música más sublime nacía de un hombre andrajoso, vestido con trajes que no se quitaba ni para dormir, camisas mugrientas y unas corbatas retorcidas que previamente había utilizado para abultar sus venas y picarse”.

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“Charlie Parker fue enterrado en su ciudad natal en medio de un kitsch funerario que lo habría ofendido. Estaba por cumplir los 35 años pero el médico que lo atendió en sus últimos días le había calculado alrededor de 60. Eran 35, aunque debe tomarse en cuenta que ‘el perseguidor’ vivía un cuarto de horas por cada minuto y medio, el tiempo que tardaba un subterráneo en llevar a Charlie de una estación cualquiera a aquella en la que habría de bajarse para siempre”.


Carlos María Domínguez. Escritor y periodista (Buenos Aires, 1955). Es autor de las novelas Pozo de Vargas, Bicicletas negras, Tres muescas en mi carabina y La casa de papel, entre otras. El artículo “El hombre que cambió el jazz” se publicó en el suplemento Forja del semanario Universidad de Costa Rica.

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No habrá ninguno igual
“Es tan sólo música. Hay que tocar limpito y buscar las notas lindas”, sintetizó el saxofonista Charlie Parker, protagonista de El pájaro murió de risa y responsable de que en el universo del jazz se hable de un antes y un después de su genial irrupción. La frase le permite al ilustrador Hermenegildo Sábat (Montevideo, 1933) abrir un recorrido gráfico por la contradictoria vida de Bird, donde da cuenta de anécdotas que dibujan el desconcierto generado por sus formas melódicas revolucionarias y su autodestructivo universo cotidiano. “Armstrong se dirigió al corazón de la gente. Parker persiguió la inteligencia”, afirma Sábat, desde siempre admirador del vanguardista que, según Julio Cortázar en su inolvidable cuento “El perseguidor”, acuñó la frase: “Esto ya lo toqué mañana”.
De dilatada trayectoria como caricaturista en varios matutinos y revistas locales y del extranjero, Sábat publicó numerosos libros. El último de ellos es Que no se entere Piazzolla, también editado por la Universidad de Quilmes en 2008.




Éste artículo se reproduce con las autorización de la Revista Nomada editada por la Universidad Nacional de San Martín.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Clifford Brown era trompetista, no saxofonista. Más respeto con el creador del Hard Bop, por favor.

Jorge Freytag dijo...

Es correcto tu comentario, se publico tal cual salio en la edicion impresa. Gracias por tu atenta lectura.
saludos