HORACIO SBARAGLIA / ILUMINADOS/ FOTOGRAFIA
Fotografías de Jazz en vivo
del 8 de mayo al 1 de junio de 2008
Palais de Glace Posadas 1725 Ciudad Autonoma de Buenos Aires
“El ojo de la música”
La ilusiòn de recrear lo irrepetible, congelar en un solo impacto aquello que no se detiene nunca: El tiempo.
En esos indicios habrìa que buscar la hermandad entre el jazz y la fotografía.
En ese vértigo. En ese imposible.
Los que amamos el jazz y hemos adquirido el vicio a travès de los discos y sus portadas –ay nostalgia de los nobles vinilos...--, nunca dudamos que aquellas-tres
-famosas-notas-suspendidas-en-el-vacìo de la trompeta de Miles no habitaban solamente en su versión de “My Funny Valentine” sino que venian anticipadas en la tapa del disco desde la que El hombre del traje oscuro y la corbata con lunares blancos mira hacia ese mismo vacìo.
Y siempre tuvimos la certeza, desde que lo vimos casi sumergido adentro del teclado con gesto atormentado o simplemente escèptico, que lo que Bill Evans buscaba finalmente lo encontrò.
El sonido ya estaba en la imagen que nos regaló.
Cuando encuadra a un músico, una Nikkon debe ser el ojo de la música si es seducida por la persona indicada.
Horacio Sbaraglia, mi amigo Horacio Sbaraglia, ese gran seductor, reune las dos cualidades esenciales: El talento y la pasión.
Horacio ama el jazz. Y lo entiende. Sabe en que consiste eso de tocar sin segundas oportunidades. Y revalida ese sentimiento y esa inteligencia en cada clic.
No deja dudas de sus intenciones.
Paradójicamente, esa diafanidad regala mùltiples lecturas porque, sabedor del dogma, el nunca harà foco en lo evidente. Nunca explicitarà lo ya obvio.
Solo ayudarà a escuchar una vez mas, a revivir quiméricamente y con lujo de detalles, lo que ha sucedido. Arriba del escenario.
El ojo de la música.
El “Doc” no va a conciertos sin su càmara. El noble ritual.
Y yo no irìa a conciertos, ni como protagonista ni como pùblico, sin la expectativa de encontrarlo con su Nikkon.
Horacio sabe que el timming lo es todo.
Como ese nùmero nueve que siempre està bien ubicado, espiando el descuido de los zagueros para mandarla a besar la red, como el cazador que espera el tiempo que haga falta por su próxima presa, Horacio Sbaraglia hace magia con la siempre inadecuada iluminaciòn de los jazzclubs y aguardarà, paciente hasta la exasperación, que la comunión de luces y sombras y el gesto del músico en acciòn y ese sonido se fundan en un solo objeto de deseo: Una foto que atestigue que lo que ahì sucedió esa noche, no se repetirà.
La génesis de mi ultimo disco triple hay que buscarla en una foto. Una sola. Una genialidad de mi amigo, que hizo hablar a las sombras –las no luces que son parte de esa misma luz—con la contundencia de un acorde de dominante desatado.
Y si es bien cierto que, por pudor, salud y elegancia, un músico debiera renunciar a toda pretensión de relatar la propia música, tambièn lo es que una foto, una sola, la adecuada, la certera, la apasionada, puede ahorrarnos esa explicación imposible
Adriàn Iaies .4/4/08
2 comentarios:
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